Hacía ya tiempo que quería recomendaros el trabajo de Rogelio López Cuenca (Nerja, Málaga, 1959) que se aprecia muy bien en su web. Sus textos son también muy interesantes.
Lo que me gusta especialmente de él es el trabajo sobre Málaga, sus investigaciones, imágenes y textos documentales y que lo ubique en el terreno del arte. No sé expresarlo con nitidez (el que sepa hacerlo con claridad, ruego que hago un comentario sobre ello) pero diré que me gusta que el arte sea Málaga 1937.
Lo que me gusta especialmente de él es el trabajo sobre Málaga, sus investigaciones, imágenes y textos documentales y que lo ubique en el terreno del arte. No sé expresarlo con nitidez (el que sepa hacerlo con claridad, ruego que hago un comentario sobre ello) pero diré que me gusta que el arte sea Málaga 1937.
" El arte ya no puede consistir en la representación de paisajes exteriores o de paisajes interiores o mentales, porque su espacio es la discusión sobre el significado de lo que ya compartimos, los lenguajes que ya hablamos".
Rogelio López Cuenca y lo común es un texto escrito por Charles Bernstein que capta muy bien la obra de Rogelio, sobre todo el espíritu de esa obra. Transcribo una de sus reflexiones pero recomiendo leer el artículo completo que presenta málART
"Las distinciones entre la vida cotidiana
y el arte no pueden deshacerse porque
la vida cotidiana está siempre un poco por delante
de este juego. Por eso Duchamp, a pesar
de los cartógrafos postmodernos, es el artista moderno
por excelencia; y por eso la modernidad,
hasta la II Guerra Mundial, podía sintetizar
lo culto y lo vulgar, lo popular y lo elitista, mientras que
en la economía cultural de la postguerra los esfuerzos
de este tipo, como los de Warhol (en su arte "culto",
no en sus películas), abandonan la vida
cotidiana, volviendo la atención a la objetualización
de cosas y personas.Por supuesto, romper
la distinción entre arte y embalaje
resultó una empresa más lucrativa que
romper la distinción entre el arte
y la vida cotidiana".
y el arte no pueden deshacerse porque
la vida cotidiana está siempre un poco por delante
de este juego. Por eso Duchamp, a pesar
de los cartógrafos postmodernos, es el artista moderno
por excelencia; y por eso la modernidad,
hasta la II Guerra Mundial, podía sintetizar
lo culto y lo vulgar, lo popular y lo elitista, mientras que
en la economía cultural de la postguerra los esfuerzos
de este tipo, como los de Warhol (en su arte "culto",
no en sus películas), abandonan la vida
cotidiana, volviendo la atención a la objetualización
de cosas y personas.Por supuesto, romper
la distinción entre arte y embalaje
resultó una empresa más lucrativa que
romper la distinción entre el arte
y la vida cotidiana".
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